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Trabajo Infantil y Adolescente


El trabajo infantil en Chile es un fenómeno que se registra desde los primeros tiempos de la Colonia. En forma paulatina nuestra sociedad ha tomado conciencia de la profunda injusticia que el tema encierra ya que coarta, a temprana edad, las posibilidades de desarrollo de niños y niñas. (Organización Internacional del Trabajo, 2004)
Chile es uno de los países de la región que más ha avanzado en la erradicación del trabajo infantil. A la suscripción de una serie de convenios internacionales, se suma la promulgación de numerosas leyes de protección de los niños, niñas y adolescentes al igual que la implementación de diversas políticas públicas.(Organización Internacional del Trabajo ,2004)

La erradicación progresiva del trabajo infantil y de sus peores formas constituye un
requisito indispensable para construir una sociedad justa y democrática. Asimismo, es una necesidad para un país en desarrollo, que requiere de las capacidades y talentos de toda su población para alcanzar sus metas de crecimiento. (Organización Internacional del Trabajo, 2004)

Muchas de las causas del trabajo infantil están conectadas entre sí. En Chile, éstas se relacionan principalmente con la pobreza y el bajo nivel educacional de los padres. Más de la mitad de los niños, niñas y adolescentes que trabajan en actividades inaceptables o en quehaceres domésticos, integran familias donde el jefe de hogar sólo terminó la enseñanza básica. A su vez, el 60% de los menores que realizan esos trabajos integran hogares pobres. Al analizar la relación entre ambos factores, se constata que el 80% de los niños, niñas y adolescentes que realizan trabajo inaceptable o trabajos domésticos viven en condiciones de pobreza, y que además forman parte de familias donde el jefe de hogar sólo terminó la enseñanza básica. (Organización Internacional del Trabajo ,2004)

El trabajo de niños, niñas y adolescentes surge generalmente como una estrategia de las familias más necesitadas para lograr un aporte adicional de ingresos a sus hogares. Los niños y niñas reemplazan a los padres en las labores domésticas -para que ellos puedan salir a trabajar- o los apoyan en actividades productivas, como la agricultura, microemprendimientos o comercio urbano. Esta situación se potencia con la recurrente ausencia de los hogares de menores recursos de alguno de los progenitores –generalmente el padre-, lo que obliga a la madre a asumir la jefatura de hogar, y a compartir roles con sus hijos. En efecto, el 28% de los niños, niñas y adolescentes que realizan trabajos inaceptables y pertenecen a hogares con jefatura femenina deben salir a la búsqueda de ingresos fuera de su casa y un 34% de las niñas y adolescentes que realizan quehaceres del propio hogar deben reemplazar a sus madres en las tareas domésticas. (Organización Internacional del Trabajo, 2004)

Existen también otras razones para que los niños, niñas y adolescentes trabajen o se dediquen a los quehaceres del propio hogar. Entre ellas, los valores culturales de sus progenitores, que aprecian que los hijos tengan su propio ingreso y no tienen inconvenientes que trabajen en vez de estudiar, si lo desean. A menudo no otorgan la debida importancia a la educación formal, consideran que el trabajo abre camino a un oficio futuro a sus hijos, y que los educa en "cuánto cuesta ganarse la vida". En el caso de las niñas, los padres frecuentemente aún piensan que su rol es dedicarse a los quehaceres domésticos y que ir al colegio no les aporta para enfrentar su vida futura. (Organización Internacional del Trabajo, 2004)

Es en este contexto que muchos niños, niñas y adolescentes asumen la responsabilidad de generar ingresos e inician una vida laboral prematura, sin estar capacitados para entender las consecuencias irreversibles de esta opción. Muchas veces, por falta de educación o información, los padres tampoco pueden visualizar las consecuencias a que se exponen sus hijos al comenzar tempranamente la vida laboral, ni menos evaluar correctamente los riesgos que enfrentan al asumir trabajos inaceptables.( Organización Internacional del Trabajo, 2004)

La mayoría de los niños y niñas obligados o persuadidos prematuramente a trabajar no tienen tiempo ni energías para cumplir sus deberes escolares, razón por la cual muchos terminan abandonándolos. El 21% de los niños, niñas y adolescentes que realizan trabajo inaceptable no va a la escuela y uno de cada cuatro presenta retraso escolar. Esta situación es aún más grave en quienes realizan quehaceres del propio hogar: un 33% no asiste a la escuela y la mitad
no está en el curso que le corresponde. (Organización Internacional del Trabajo, 2004)

Los hombres que desertan del sistema escolar y que realizan trabajo inaceptable o quehaceres del propio hogar lo hacen principalmente por razones económicas (42%) y problemas de conducta y aprendizaje (47%). En el caso de las mujeres, la deserción se asocia al embarazo y a la maternidad (44%) o para trabajar o buscar trabajo (23%). (Organización Internacional del Trabajo, 2004)



Es evidente que los niños, niñas y adolescentes deberían concentrar su tiempo y energía en la adquisición de conocimientos y destrezas para obtener mejores oportunidades en su vida adulta, incluyendo el acceso a un empleo estable, seguro y apropiadamente remunerado. (Organización Internacional del Trabajo ,2004)

De cada diez niños, niñas y adolescentes que trabajan, siete declaran que les gustaría ser profesionales y universitarios en su vida adulta. Sin embargo, lo más probable es que no logren esta aspiración, ya que generalmente su actividad laboral interfiere con su educación. (Organización Internacional del Trabajo 2004)

Hoy por hoy, la educación constituye un requisito básico para acceder a empleos de calidad. Así, el ingreso prematuro al mundo del trabajo limita las posibilidades de una mejor calidad de vida para ellos y sus descendientes, y disminuye las oportunidades de beneficiarse e integrarse al crecimiento económico. (Organización Internacional del Trabajo, 2004)

Más grave aún es la situación de quienes son víctimas de las peores formas de trabajo infantil. A menudo, estos niños, niñas y adolescentes enfrentan un sufrimiento físico, psicológico
y moral devastador, laboran en condiciones riesgosas para su salud y sin protección social. Todo ello afecta su potencial de desarrollo y prolonga hasta la edad adulta las carencias que los empujan a trabajar. Esto también afecta a la sociedad en conjunto, generando una pérdida de productividad de la economía nacional, aun no cuantificada. (Organización Internacional del Trabajo, 2004)

La erradicación progresiva del trabajo infantil y de sus perores formas sin duda contribuirá una sociedad más equitativa, cohesionada y con igualdad de oportunidades para todos sus miembros. (Organización Internacional del Trabajo, 2004)

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